viernes, 29 de agosto de 2008

La Música, el Rock

Noción del asunto

En días recientes he conversado sobre la música con gente de distintas generaciones; el común denominador: Antes se hacían mejores canciones.

La música, como cualquiera de las otras seis artes, es un tópico tan amplio y complejo, que para no caer en divagaciones, es mejor circunscribir este texto a uno de sus géneros: el rock. Aun con esta delimitación, el tema luce complicado porque tiene diversas aristas. Así que de entrada, nos limitaremos a auscultar esa subjetiva oración: Antes se hacían mejores canciones de Rock.

El asunto

Quizás la más importante diferencia del Rock, respecto de otros géneros, es que se acompañó de una cultura propia, la “Cultura Rock”.

Su antecedente inmediato es el Rock and Roll, que desde la primera mitad de los años cincuenta, empezó a sonar y a tener éxito comercial en Estados Unidos y el resto del mundo; pocos años después, a principios de los sesentas, en Inglaterra se reconfigura el estilo musical y se redimensionan sus alcances. Digamos que se parte de Muddy Waters, pasando por Little Richards, Bill Halley y Elvis Presley, hasta llegar a los Beatles, principalmente.

Y me quedo en los Beatles porque creo que es con ellos que el rock (además de que históricamente ya se denominaba rock), este tipo de música adquirió magnitudes que trascendieron el plano meramente musical. Cabe insistir que no es objetivo de este texto elaborar una cronología, sino simplemente elaborar una serie de precisiones en torno al Rock.

Tampoco es la intención definir a las bandas más interesantes e importantes, para ello, nadie mejor que mis gurús: Ulises Castillo, Alberto Muñoz, Agustín Aguilar y Osvaldo Drodz.

Una vez establecido lo anterior, es momento de abordar esa afirmación de que antes se hacían mejores canciones de Rock.

Intentando discernir el asunto

Si partimos del hecho de que el Rock no sólo es un género musical sino una forma de ver la vida, dicha afirmación (mencionada arriba) se convierte de entrada en un diagnóstico que asevera que la perspectiva del mundo de los jóvenes se ha empobrecido, cosa que es tema de discusión. Pero ese supuesto empobrecimiento permea tanto a los hacedores de Rock como a los escuchas; una vez dijo Frank Zappa: Si existe un tipo música es porque alguien lo escucha.

A mi juicio, no creo que exista tal empobrecimiento, sino una difuminación de la identidad que generación tras generación se agudiza. Es increíble que ya casi nadie tenga un grupo preferido que le haga a uno perder la cabeza, sacrificar un Tequila o una chamarra, por la adquisición del nuevo disco de tal o cual banda o solista. Claro, ahora está el Internet para amainar esos actos, y esto también ha coadyuvado a desdibujar el sentimiento de tener favoritos.

Pero podemos extrapolar el ejemplo anterior al terreno de la literatura. Es tal la cantidad de libros que se venden, de autores que hay (aunque se consideren pocos por algunos), que se ha perdido “al autor dilecto”. En detrimento de lo anterior, podría argüirse la pluralidad, pero una cosa es la pluralidad y otra muy distinta la difuminación; la frontera es sutil, pero clara.

La pluralidad implica pleno conocimiento del abanico de posibilidades, en este caso de agrupaciones de Rock; la difuminación, por el contrario, es la falta de rigor para elegir un estilo preferido. Todos nosotros nos situamos entre alguno de estos extremos o en estos.

Para redondear la idea, falta explicar que es la identidad. Ésta, en el contexto que nos atañe, es la conciencia de lo que somos y la música con la que nos identificamos. Esto es algo tan subjetivo que incluso nuestras preferencias pueden estar alejadas del Rock. Pero ese es justo el problema que pongo de relieve, que estamos dejando de tener preferencias en aras de una pluralidad mal entendida, debido a que, como individuos, y paulatinamente, hemos ido perdiendo la capacidad de elegir lo que nos identifica (o nos hace sentir únicos), ya sea música, libros, películas, etcétera. Y ¿cómo poder elegir, si no tenemos los referentes para decidir?: -esto va conmigo y esto otro, no-. Una persona que no llega al razonamiento, es decir, al cotejo de lo que se trate, no puede llegar al estadio de la decisión y, por ende, queda expuesto a la intemperie de lo que le pongan en las orejas o en los ojos.

La única salida que observo al respecto es la búsqueda, aprender a buscar, dejarse enseñar por la curiosidad, que es de las pocas cosas que el Contrato Social no ha aniquilado del todo.

Ahora sí, el redactor puede responder, desde la perspectiva cultural, que no se hacía mejor Rock antes que ahora, lo que sucede es que los músicos que están haciendo propuestas nuevas están fuera del círculo comercial de la música: producción, distribución y difusión masivas.

A esos músicos hay que buscarlos en "toquines", bares, peñas o "teloneando" los conciertos de los consagrados. El mejor ejemplo de esto es Arturo Meza, mexicano que cuenta con una amplia producción discográfica, de la cual me siento culpable de no conocer a cabalidad, y de muchos libros.

Dejando inconcluso el asunto

Desde el punto de vista estrictamente musical, la respuesta varía porque hay excelentes músicos ejecutando para subgéneros de Rock que les quedan cortos, el ejemplo más nítido de esto es el baterista de Maná, Alex. Me parece un extraordinario "bataco", pero el Soft Rock, subgénero al que pertenece este grupo, no le da las posibilidades de explayar sus habilidades; salvo en algunos lapsos de los conciertos en donde suele aventarse unos solos.

También puede ser que los mejores ejecutantes hayan emigrado a géneros que les garanticen explotar su potencia: el Jazz o el Blues, por ejemplo.

Es obvio que ya nadie ocupa el lugar de King Crimson, de Frank Zappa, de Pappo’s o Nebbia. Quién va a venir a suplir a José Cruz o a Jaime López. Nadie, simplemente porque pertenecen a otro tiempo, porque son la simiente que no se repite.

Hay que festejar que no se repitan porque ello implica o por lo menos promete que habrá novedades.

Termino con más dudas que al empezar a escribir esto, pero es importante, siempre, asumir una postura, tener preferidos, porque este vicio o virtud nos vuelve vulnerables al aprendizaje, siempre y cuando no nos dejemos invadir por la terquedad.

sábado, 23 de agosto de 2008

Fotografías Polaroid

La nostalgia amarga de Medina Sidonia durante todo el verano de 1589; la repetición en su mente: “No soy un hombre de mar ni de guerra”.

Los ojos cerrados de una mujer enamorada mientras él le besa el cuello en las calles de Matías Romero.

La demolición de sus dientes mientras el éxito desgarra los hilos de su ideología juvenil.

La última declaración de Jacques Bernard de Molay, contada por un payaso en un supermercado.

El orgasmo interrumpido por la retransmisión de un noticiario de hace dos horas.

Tu abuelo relatándote su nostalgia como si te platicara el manifiesto del Partido Comunista.

La primera borrachera de Carlos Martel en el 733.

El sol que nos sorprendió con la luna en la cabeza.

La divulgación en la prensa del día y hora de tu muerte, mientras te citan como fuente.

El cansancio que no te deja dormir y el sueño que no te deja vivir.

La infancia que no quisiste vivir porque al contarla, su desarrollo devino en una persona que no eres.

El último beso que diste y que te hizo recordar que el primero ha sido el mejor.

La canción que hace que te olvides de todo.

María Magdalena en Francia, Sor Juana en el ensayo de Paz, Simone de Beauvoir en los labios de Bush, La Madre Teresa jugando a los dados y Evita en un cantabar.

La declaración de amor de un militar en el 45.

Platón contando las monedas que perdió.

Los pitagóricos alterando la raíz cuadrada de dos.

Agustín Aguilar cantándole a Tlacuiloco.

Victor Castillo con un libro sin números y una calculadora científica.

Alberto Muñoz y la disidencia de sus libros y sus discos.

Armando Domínguez y sus invenciones que lo inventan mejor.

Mi padre y sus explicaciones como ametralladoras.

Ulises Castillo y su desaparición que lo ampara.

Los tres hombres que ahora admiro y que jamás me imaginaron.

La mujer que estoy queriendo y que jamás pensé su nombre anglosajón.

Neruda en Zapotlán, Borges en el aeropuerto, Cortázar en el correo, José Emilio Pacheco escuchando y escribiendo, Televisa transmitiéndolo: Juan José Arreola.

Einstein olvidándose de cuánto es dos más dos, Newton a la deriva y sin saber calcular.

Zappa esforzándose por aprender el círculo de Do.

Lombardi ensayando la derrota en un tablero.

Sun Tzu y Maquiavelo llorando hoy en el cementerio.

Calamaro y Maradona hablando con esmero contra los excesos.

Tú sentada o parado leyendo esto.

Un Camello en las estepas, un Tigre en la selva, un Tucán en el Ártico, una Ballena en tu corazón.

Roswell en el Pentágono, Hemingway sin La Mar, Bagdad sin guerra, el 29 sin la crisis, el diablo sin el Papa, el cuento sin la prosa, el eco sin el vacío, éste sin el espacio, éste sin la imaginación.

Cristóbal Colón sin América; América sin Cristóbal Colón.

La Argentina donde quiero vivir y que es mi símbolo geográfico y musical de la resurrección.

La borrachera que me cargo sin haber bebido alcohol.

Las ganas de dejar de escribir para que me sobre el tiempo para hacer.

viernes, 15 de agosto de 2008

Descripción de una Mujer

La recuerdo bien, desde la primera vez que la vi supe que era una mujer que lacraría algunas de mis noches. Cuando conversé con ella, creí que la soledad se amotinaba en su rostro; su mirada era una luciérnaga sin oscuridad y su voz el badajo roto de una vieja ilusión, o del recuerdo de una vida imaginada.

Utilicé todos mis verbos y adjetivos para describirla. Era todo lo que podía hacer en ese momento: describirla, inventarle detalles, alterar sus encantos, falsear su paradero. Entonces, me di cuenta que todas mis palabras eran una dilatada alegoría de ella. Decir su nombre no era pertinente; esa noche necesitaba agotar sus lunares y sus humedades; decir su nombre sería la imposición del aislamiento al no mediar entre los dos más que una cuantas letras.

Cierto, adiviné lo cortos de vista de algunos hombres sabios, me sorprendí escondiendo bajo la alfombra todas las inquietudes que me brindaste. Durante quince minutos me estuve lamentando por haberte conocido; dije: al cabo tendré el resto de la vida para amarla, hasta que la maldad quede desierta, hasta que la muerte quede preñada.

Insdistintamente niego la constancia de tus mejillas y mis labios, de éstos y los tuyos; niego la constancia de la niña que tamiza tu feminidad, ésta que te hace una mujer genuina porque cuando volteas a verme siento que inventas los movimientos: antes de vos era un mundo de maniquíes a los cuales animaste sembrando lámparas en el vacío de sus miradas, cosa que pasa cada vez que sonríes.

Ahora me voy; me llevo mis lápices y mis papeles; las palabras que adquirí en los bares y en las bibliotecas. Me llevo todo lo que no ves en ti, los besos que no quisiste darme y los que no te pedí; tu último jadeo y tu primera intención. Me voy, pero también es como si tú te fueras. Sería triste descubrir que uno se convierte poco a poco en un globo en el mar. Sin referencias y alejándonos cada vez que alguien se acerca. Irse o quedarse, ¿qué darse?

sábado, 2 de agosto de 2008

Teoría Mínima del Secreto

El Secreto es un adjetivo dicen los diccionarios, necesario dicen los “interesados”. Es el sobrenombre del poder, el amigo del misterio, el amante de la seducción.

La palabra Secreto viene del latín secretus, y ésta del verbo secernere que a su vez significa poner a parte. El prefijo se viene del indoeuropeo que denota separación y es visible en palabras como se-leccionar o se-gregar. Ello en combinación con el verbo latino cernere, que significa analizar o distinguir, nos da como resultado: separar algo para poderlo analizar a parte. Uno se asusta al averiguar que palabras como crimen o crisis, comparten la misma raíz etimológica con la que nos atañe: Secreto.

El Secreto como adjetivo es interesante porque nos habla de las prácticas, vicios y virtudes, del ser humano en su quehacer cotidiano. Es ya una costumbre. ¿Quién de nosotros podría entender su comportamiento, acciones y reacciones, sin ese elemento?

Es otra de las muchas cosas que compartimos con los animales. Sí, es, por sus características, un factor de sorpresa. Los mejores generales fundamentaron su éxito por llevar al extremo de lo sublime sus acciones secretas. En el otro extremo, el del amor, el Secreto fundamenta el grado de eficacia en la seducción de la pretendida o pretendido.

Como muchos conceptos, el secreto está determinado por su objetivo o función, y son estos últimos los que matizan al Secreto y lo llevan a ser sinónimo del engaño, pero jamás una mentira. Ésta es una invención sin más intención que lo lúdico, y para ello nadie como los niños. El engaño, en cambio, es una invención con una carga de intencionalidad que trasciende el placer del sujeto.

La omisión podría ser un eficaz sinónimo del secreto ya que ambos significados comportan responsabilidad; sin embargo, es el contexto (y la función) el que determina el apelativo correcto. Por ejemplo, se trata de una omisión en un interrogatorio en donde no se dice algo que es importante para el censor; se trata de de un secreto cuando no hay motivos para exponer una estrategia.

Pero aún no hemos abordado las causas de este fenómeno, que deben ser bastantes y variadas. Propongo el éxito y el miedo; entonces, si nos ponemos maniqueos, el Secreto puede tener un origen positivo y otro negativo. Es positivo cuando el poseedor del Secreto persigue un objetivo, y es negativo cuando el que lo detenta huye de algún peligro. Es así como el Secreto se nos devela por completo como un movimiento dialéctico e inasible; ya no más un simple adjetivo que califica los actos o un sustantivo que caracteriza una entelequia inmanente.

El Secreto como sustantivo no existe, pero como buenos mentirosos, podemos intentarlo. El Secreto es el talismán o conjuro que permite o prohíbe el acceso. Me temo que tal vez este intento por definir o darle sustancia a la idea del Secreto, ha fracasado.

¿Cuál es el Secreto de este texto; lo tiene?:

Si entendemos la palabra vida como la generación y regeneración desde células hasta ideas, entonces el Secreto de la vida es “la atracción y la separación”.

Si lo que llamamos amor es extender nuestras aspiraciones a esa persona, entonces el amor es el Secreto universal que hemos venido a cultivar.

Epílogo: Como todo cultivo, el Secreto está expuesto al clima, a las plagas y al equilibrio de su consumo.